La frase de la semana (3): el primer borrador
Hoy hablamos del primer borrador. Ay, el querido y odiado a partes iguales primer borrador. Todos sabemos que sin primer borrador no hay historia que valga, pero a veces cuesta mucho terminarlo y nos lleva por caminos que no eran los que inicialmente habíamos trazado. Pero ¿de qué sirve el primer borrador? ¿Terminarlo significa que la novela está terminada del todo? Pues no, ni mucho menos. El primer borrador no es más que el esqueleto de la novela, es vomitarlo todo hacia fuera y, como dice Terry Pratchett, contarte la historia a ti mismo, sacarla de ti y plasmarla sobre el papel.
Después de terminar este primer borrador y dejarlo reposar, vienen las correcciones. Sí, en plural, porque necesitaremos de más de una. Hay que pulir tramas, personajes, estilo, ortografía y gramática. Casi nada, ¿eh?
Así que no, la novela no se acaba con el primer borrador, pero sin él no hay novela ni forma de terminarla. Y realmente en el primer borrador es donde surge la magia, donde te quedas despierta hasta las tantas tecleando porque se te ha ocurrido una escena genial, donde hasta sueñas con los personajes... Y, personalmente, terminar el primer borrador es una de las cosas que más me cuesta, porque soy muy perfeccionista y tiendo a querer corregir y revisar según voy escribiendo. Ya os adelanto que eso no funciona. Así que esta vez estoy probando algo nuevo, amordazando a mi editora interior, intentando no mirar atrás y tratar de terminar de contar la historia sin más. Luego ya vendrán las correcciones que hagan falta, pero para eso primero hay que tener algo que corregir.
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